Montcuq es un punto de parada esencial en el Camino de Le Puy, aquí encontrarás un rico patrimonio histórico y construido. La Torre de Montcuq es una visita obligada por las magníficas vistas que ofrece de la ciudad y sus alrededores. Construida a principios del siglo XIII para los Condes de Toulouse, la ciudad se desarrolló a su alrededor. Tomada por los ingleses en la Guerra de los Cien Años, la ciudad quedó en ruinas, y la reconstrucción de la ciudad le dio el aspecto que tiene hoy en día con muchas casas de madera. No dejes de visitar la iglesia de Saint-Hilaire con su grupo de vidrieras de colores vibrantes que trazan las vidas de Cristo y Saint-Hilaire. La iglesia de Saint-Privat también merece una visita para ver su notable vitral que representa la guerra de 1914-1918.

La arquitectura de la Abadía de Moissac es una obra maestra del arte románico. Las partes más famosas son la puerta de la entrada sur de la Iglesia de San Pedro y el claustro de la abadía. La puerta data del siglo XII y tiene un tímpano finamente esculpido que representa a Cristo en Majestad y el Apocalipsis según San Juan. El prestigioso claustro tiene 76 magníficos capiteles esculpidos, que datan de finales del siglo XI y están adornados con escenas narrativas sobre la vida de los santos y escenas bíblicas. ¡Una verdadera joya para que los amantes del arte religioso la admiren! Además del encanto y la serenidad de todo el lugar, hay un gran árbol de cedro de más de 200 años. Si tienes la suerte de pasar por aquí en los meses de verano tendrás la oportunidad de experimentar uno de los muchos conciertos de música clásica que allí se celebran.

Esta ciudad da la impresión de ser un lugar que pasa inadvertido, ya que se parece a otras por las que ha pasado con sus edificios de piedra y sus ventanas con contraventanas de madera, pero una vez en el centro de la ciudad revela un sentido de historia y sorpresa! Aquí encontrarás arqueología galo-romana de los siglos II y III, la antigua fuente de Diana que fue restaurada en el siglo XIII, así como la joya de la ciudad, la catedral de Saint Gervais y Saint Protais. La sorpresa llega cuando se descubre que desde los años 50 Lectoure es conocida por el cultivo de melones. El clima y el suelo arcilloso-calcáreo de la zona es particularmente adecuado para la producción de melones. Prueba el melón con el jamón local o incluso como sorbete! Si tienes la suerte de pasar por aquí el 15 de agosto, podrás vivir su Festival del Melón en primera persona.